Desde esta última perspectiva muestra Isava sus paisajes, sus
visiones cargadas de movimientos y de un colorido que sólo pueden tener
nuestras sabanas o el mismo corazón del Amazonas.
En esta contemplación dinámica los colores pueden fundirse en una
alquimia donde la luz del trópico es el elemento catalizador que acelera
la aparición de la magia y del asombro.
En estos lugares existe una topografía de la serenidad y una
musicalidad creada por el viento y por el trazo dejado por el pincel
sobre el lienzo. En el plano visualizado caprichosas nubes, árboles y
pastizales se vinculan en un juego cromático que no termina en el
horizonte sino que llega a extenderse hasta el mismo cielo. En el
recuadro, los colores toman vida propia avivándose y entremezclándose en
los ojos de quien los mira como formando un oleaje vegetal en un mar de
variados matices.
Si bien el detalle suele perderse en esta visión macroscópica, la
repetición de algunos elementos otorga una suerte de armonía y de
cadencia. Y así como cambian los pigmentos de la naturaleza con la
transformación de muchos paisajes y de la luz que los rodea, bien sea en
un amanecer de nuestra tierra, en un atardecer multicolor o a pleno
medio día cuando el reflejo del sol suele ser más cegador, tanto en el
aire renovador de los tiempos de lluvia como en las agudas sequías de
nuestro trópico.
Isava nos invita a desvincularnos de la visión terrenal, nos invita a
realizar un vuelo pictórico ilimitado que apunta a esos sueños nuestros
de ser pájaros y viajar libremente por el espacio de nuestra
imaginación.
Presentación Realizada por mi "Gran Amigo".... Williams Guaregua.
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